La prodigiosa curación del joven Rachmaninov

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Sergei Rachmaninov (1873-1943) fue un compositor, pianista y director de orquesta ruso, considerado como uno de los músicos más influyentes del siglo XX. Como pianista, poseía unas cualidades extraordinarias, en parte debidas a sus grandes manos. Unas manos que en un artículo publicado en el British Medical Journal, en 1986, Young atribuía, más que a los casi dos metros de altura de Rachmaninov, a la posibilidad de que sufriera el síndrome de Marfan, un trastorno genético del tejido conectivo que afecta a los sistemas esquelético y cardiovascular, al igual que los ojos y la piel. Veinte años después, en 2006, Ramachandran y Aronson, discutían que lo padeciera en el Journal of the Royal Society of Medicine y proponen el diagnóstico de acromegalia. Pero no seguiremos tratando -de momento- sobre sus posibles trastornos físicos (la historia clínica de Rachmaninov da para varias publicaciones) sino sobre lo que ocurrió con motivo de su temprano fracaso como compositor.

En efecto, el estreno de su Sinfonía nº 1 en Re menor, Op. 13, el 28 de marzo de 1897, fue un clamoroso fracaso. Se culpa de ello, por una parte,  al director de la orquesta, Alexander Glazunov, que hizo cortes en la partitura y varios cambios en la orquestación; y algunos asistentes al concierto sugirieron que Glazunov parecía estar borracho (sin que esto se demostrara nunca). Pero además, al ser una obra escrita en un estilo moderno para la época, no fue del gusto de los asistentes, que la consideraron ofensiva debido al uso progresista de la forma sinfónica y no seguir el estilo académico del círculo de San Petersburgo liderado por Rimski-Kórsakov, el cual debían seguir los compositores noveles si esperaban tener alguna oportunidad en su carrera.

Lo cierto es que tras aquel humillante fracaso, el joven compositor, de 24 años de edad, quedó sumido en un grave estado depresivo, diciendo que no volvería a componer jamás; y de hecho, durante aquel año y los dos siguientes, 1898 y 1899, no compuso absolutamente nada. En enero de 1900, a instancias de sus primos, su tía y su amigo, el doctor Grauermann, acudió a la consulta del médico y psicoterapeuta Nikolai Dahl; quien, en pocos meses, le curó mediante hipnosis. Rachmaninov quedó tan bien que, en el otoño de ese año empezó a componer su maravilloso Concierto para piano y orquesta nº 2 en Do menor, Op. 18. Y tan agradecido que se lo dedicó a su médico: el doctor Dahl. Un concierto que podemos disfrutar aquí con la interpretación de la pianista ucraniana Anna Fedorova.

Elger Niels, que ha estudiado con detenimiento este episodio de la vida del compositor -aparte de citar la hipótesis de un nieto de Rachmaninov sugiriendo que como su abuelo era un romántico (y no sólo en lo musical) lo que le curó en realidad fue que se había enamorado de la hija de Dahl en sus diarias visitas a la casa del médico- piensa -y yo comparto su opinión- que, tanto o más que la hipnosis pudo influir en la curación de Rachmaninov el que Dahl fuera músico también, un notable violonchelista, y la pasión musical compartida por ambos durante su relación médico-enfermo bien podría haber servido de estímulo para que Rachmaninov volviera a componer.

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Sergei Rachmaninov (c. 1900) en la época cuando compuso su Concierto para piano nº 2

Años más tarde, la revolución bolchevique hizo que muchos rusos tuvieran que exiliarse del país. Rachmaninov falleció en los Estados Unidos, donde transcurrirían los últimos años de su vida, en 1947. Nikolai Dahl se marchó al Líbano (que entonces era muy diferente a hoy). Allí continuó ejerciendo su profesión y participando como músico en conciertos. Tenemos una foto suya de 1928, en Beirut, en la que se le puede ver (es el músico más mayor, con perilla blanca) a nuestra derecha de la imagen.

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El doctor Nikolai Dahl como músico de una orquesta en Beirut (1928).

 

 

6 Replies to “La prodigiosa curación del joven Rachmaninov”

  1. ¡Excelente post y concierto!. La hipnosis no es buena porque produce una gran contaminación espiritual, nada beneficioso para el alma, luego viene las conductas fuera de lo normal, no es permitido por Dios, ahora el romanticismo natural sí. Un abrazo Señor Doña.

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